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Lucia apareció en mi sueño


Resulta que me encontraba en alguna especie de isla, pero no cualquier isla, era una donde estaba concentrada la mayor cantidad de turistas posible. Aquel lugar completaba cada una de sus calles y avenidas con llamativos monumentos y hermosos diseños, a cada paso deslumbrabas la vista por su colorido ambiente (textual y literal) entre cada uno de estos hoteles, hostales, residenciales o cualquier otro lugar donde poder pasar la noche. Estos paisajes eran los que estaba recorriendo precisamente, pero que por algún motivo no disfrutaba de ninguno, alguna sensación de extrañeza me saltaba a la mente, como si en el fondo supiera que nada de aquello fuera real, como si supera que todo aquello, fuera un sueño.

Toda manifestación de ideas sobre lo que estaba sucediendo y de porque mi cerebro habría manifestado algo así, se ven ciertamente ignorados, cuando de pronto aparece una persona a quien reconozco de inmediato, aun cuando llevaba un atuendo que difícilmente usaría en la vida real.

—¿Lucía?

Exclamo de forma muy confundida a la vez que la veo cruzar frente a mí, unos veinte metros más allá desde mi posición con el puesto de poleras floreadas. Como es que la divise apenas entro en vista y entre todos esos colores, música, bailes y cabezas que entre toda esa separación vacilaban con todo el apremio del mundo.

—¿Qué haces aquí?

Volvía a hablar a la par que comenzaba a acelerar el paso en busca de su encuentro y respuesta.

Al doblar la esquina pude notar claramente que la había perdido de vista y comencé a trotar a través de la incesante celebración compartida entre las personas que no se aburrían ni mucho menos cansaban por estar donde están, dejándose iluminar y controlar completamente por su gente y ambiente.

Después de una búsqueda que no daba muchos resultados, decidí tomar un trasporte público que pasaba por colegios y universidades del lugar.

—Cómo debe ser estudiar aquí…

Me preguntaba mientras asomaba la vista por cada uno de los paraderos, por donde mismo recordaba haber estado ya en algún momento. Estuve por unos minutos imaginándome a un profesor bailando, hasta que me interrumpen un par de voces muy familiares, eran mis padres están sentados detrás de mí, hablándome y aparentemente regañándome sobre algo, con tonos levemente altos y un ceño levemente fruncido. Bajo del autobús con el objetivo de dejarlos atrás, solo para darme cuenta de que me siguen, no como otro par de turistas, sino mas bien como una especie de entes que muy precisamente estaban a dos metros de mi, sentados aún, levitando levemente sobre la calzada a lo cual ninguna otra persona podía ver o escuchar al parecer.

De aquí en adelante comienza ya el atardecer y decido continuar mi búsqueda por la playa, donde se encontraba concentrada, diría yo, la mitad de los habitantes de la isla.

Un gran navío en la orilla del mar, al costado de un muelle, es al que pude entrar a probar algo de suerte la cual tardo en llegar, ya que por reflejo voltee la mirada hacia su presencia que avanzaba por fuera del navío y claramente observable por entre las ventanas circulares.

Saliendo a su alcance es que vuelvo a perderla de vista, la palabrería de mis padres sigue y pasa a ser más molesta de lo que anticipaba, nunca capte monólogo alguno que predicaban, mucho menos cuando al llegar la luz de la noche la vuelvo a divisar esta vez con más chance de alcanzarla, ya que había ingresado a un hotel el cual asumí de inmediato estaba alojada.

Tomo vuelo a la par que dejo a mis padres detrás, me nace un dejo de alivio e ingreso por la rústica y hermosa entrada principal, diviso el interior muy bien preservado, para ser la estructura en su mayor parte de madera y camino tranquilamente por la alfombra de diseños florales mientras voy a su encuentro.

Su atuendo completo decía “deportes”, el cual consistía de unas zapatillas negras y calzas del mismo color, sobre su torso llevaba una polera sin mangas y un hoodie con la misma cualidad, dejando sus brazos completamente al aire libre, tenía su cabello tomado como una cola de caballo, solo que en esta versión, su cabello era más corto y esa cola de caballo se extendía mucho menos y con las puntas alborotadas, cosa que me gusto de inmediato, también estaba utilizando audífonos que cubrían cada centímetro de sus pequeñas orejas y sostenía una botella que asumo ni agua contenía ya.

Al momento que me encuentro cada vez más cerca de poder hablarle a fin, me nace cierta inquietud que no había considerado antes y no me había dado tal molestia de pararme a pensar.

—¿Realmente eres Lucía?

Cada vez que la divisaba o creía divisarla nunca veía su rostro, siempre se trataban de aciertos hacia su perfil o espalda desde la lejanía, a lo cual yo siempre asumía de manera automática que se trataba de ella. Tan convencido estaba que era Lucía que nunca pensé en otra persona, nunca.

Era demasiado el parecido entonces, si es que resultaba no ser ella. Ahora me acerco más curioso que entusiasmado de ver un rostro amigable y resolver el misterio de mis preguntas.

Con un brazo logro llamar su atención mientras lo apoyo en su hombro izquierdo a la vez que me paro a su lado interrumpiendo su conversación con la recepcionista. Sentí el leve momento de sorpresa que se produjo por parte de ambas, mientras yo solo esperaba, ahora ansioso, el ver su rostro y confirmar o desmentir mis dudas, pero antes de que pudiera ver más allá de ese perfil más que conocido, abro mis ojos y de pronto me veo sobre mi cama, triste y decepcionado, por el cliché más que clásico e intrépido que consiguió concluir mi extraño recorrido por aquel lugar paradisiaco.


Phase 2

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