Madrugada
Veamos, son casi las cinco de la madrugada, a decir por la temperatura que se siente en mi habitación, diría que al llegar las ocho continuará igual de frio, ciertamente tiene relación con el sol que comienza a asomarse cerca de las diez de la mañana, dejándole a todos saber que sigue aquí y a salvarnos de resfríos… bueno, casi.
Supongo que lo anterior tiene relación también con el hecho de que a pesar de la hora, sigo con camisa corta y shorts, el par de calcetines ayudan a repeler el frio de las patas de la muy antigua silla de ruedas.
A pesar de todo lo relacionado con la poca comodidad que resalta del ambiente no muy acogedor de mí espacio, no puedo dejar de pensar en cierto sentimiento de vacío, cierto sentimiento de que algo está mal, una sensación de que hay algo equivocado por aquí, algo no encaja. Pase toda la noche y madrugada pensando en aquello, intentando descifrar lo que es, pero nada de momento me entrega alguna vaga idea. Mi trasero duele, he estado tanto tiempo sentado, creo que debo estirar un poco al menos, hacer circular la sangre.
A pesar de la luz que entra por mi pequeña ventana y por las muy gastadas telas de la cortina, mi posición se mantiene tal cual esta, creo que la necesidad de moverme simplemente paso por mi mente y me engaño a mi mismo pensando que si me he movido. Que infame, engañándome a mí mismo, creo que ya tengo bastante práctica, que desafortunado.
Hago por fin muestra de mi vitalidad, al menos de mi mano, y tomo mi celular para averiguar la hora, que aun con los pobres rayos de sol que existían, se produjo cierta irritabilidad en mis pupilas al presenciar la destellante luz de la pantalla. Queda media hora para mi clase, no alcanzo ni de coña a bañarme, ni siquiera estoy con las energías para aquello, supongo que simplemente me lavare el rostro y los dientes, siempre y cuando me levante de esta silla que por algún motivo no quiere dejarme ir ¿es que acaso no quiere que salga hoy? Pero debo ir y no presentas ninguna razón por la cual no tener que. Lo lamento pero debo salir.
Maldición, quizá debí abrigarme antes de atravesar el patio, da igual ya.
Pareciera que anoche el cielo goteo un poco, raro que no lo sintiera, con las calaminas que hay en mi techo de madera debieran haberse escuchado algo al menos. Pequeños charcos de agua se presentan como pequeños obstáculos mientras atravieso las prendas de ropa colgada que alguien olvido recoger, genial. Ingreso a cementado piso de la cocina y luego entro al baño, el ambiente húmedo se siente aun aquí, quizá deba acelerar el paso, no he vuelto a ver la hora y pareciera que han pasado ya treinta minutos. Vuelvo a atravesar el patio y noto que olvide cerrar mi puerta, ahora todo ese ambiente frio fue más que bienvenido en mi muy humilde morada, de todas maneras la pared de madera ya esta mas que húmeda.
Debo recoger la basura, no quiero rebalsar el tacho, no debo olvidarlo. Tomo mi bolso de la cama, pareciera que no ha sido ocupada hace semanas, quizá tenga algo de verdad. Al menos ha servido excelentemente como apoyo de mi ropa sucia, que desastre, y supongo que dormiré en el canasto que es para aquello.
No encuentro mi lapicera, no debo perderla, el la única de tinta negra que tengo, hace tanto que no escribo con azul que ya me descompone el tan solo tomar uno de esos colores. Curioso, siendo que azul es uno de mis colores favoritos. Un par de vueltas entre nudos de sabanas arrugadas y la encuentro, me detengo otro momento entre las cuatro paredes para apreciar la magnificencia del silencio que me rodea, a tal punto que creo escuchar a la humedad comunicarse. Muy de fondo y a la distancia, muy suaves como casi acariciando mi ventana, aterrizan los cantos de pajarillos.
Sonrío.
Quizá no sea tan malo, quizá deba seguir con esto un poco más, quien sabe, quizá hasta llegue a aprender a disfrutarlo de verdad. Solo debo darme la oportunidad de intentarlo, pero esta vez, intentarlo como si quisiera, debo explorar aquella faceta.
Atravieso el antejardín, la Chloe no está muy juguetona de momento, pero claro, con toda la humedad que hubo, que otro animal de por aquí no pasaría frio cuando pasa la noche en un ambiente donde su única protección del frio es un toldo. Quizá deba hacer algo al respecto, no es mi perra, pero aun así. Debo hablarlo.
Le doy un par de palmaditas de la cabeza, ella apenas levanta la mirada y menea un poco su cola. Al parecer tampoco tiene la mínima intención de salir de la muy acurrucada posición con la que se ha comprometido, está bien, tampoco te pediría lo contrario. Vuelve a cerrar sus ojos y pongo pie en la calle. Doy una inocente mirada a la humedad nuevamente, ahora más que visible y tomo un respiro hondo, lleno mis pulmones con aire. Cierro la reja, quizá deba comprarme guantes, no debo olvidar plantearlo luego.
Parto entonces a la salida del pasaje.
Este será un lindo día, si así lo quisiera.