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TDV Antofagasta 2017 #12


Día 6

Un ukulele.

Lo había visto desde el día uno en que llegamos aquí. Estaba junto a una guitarra la cual solo escuche un par de noches, cuando algunos chicos se iban lejos de las piezas a sentarse, como rodeando una fogata y cantar juntos y quizá en dúos, las canciones que le guste al público. Los he visto a la distancia un par de veces, encuentro genial la rapidez con la que pueden compartir con el otro, compartir y nada más. Cosas como esa me hacen ver lo cagado de mente que puedo estar al rechazar estar con ellos para escribir, pero es que allí está el punto: escribir, [PARTE ELIMINADA].

El ritmo suave de un ukulele es el responsable de mis ojos abiertos, me sorprendo al ver la hora, cuatro minutos sobre las seis y media de la mañana, mierda, como es posible, me quedé dormido. Se justifica, en parte por lo tarde que me acosté anoche, quizá deba repasar lo que escribí.

Me levanto un poco a ver a los responsables, entonces recuerdo —“Mañana no hay cuadrilla que ayude a intendencia, así que tendré que levantarlos yo nomas” —, la Rocío asomada sonriendo desde el marco de la puerta y el Dilan, quien con una rutina de un minuto aproximadamente y un canto de tono demasiado bajo que perfectamente podría interpretarse como un balbuceo, al menos así lo percate desde mi puesto, nos despierta de manera relajada, sin música fuerte en un parlante ni un aparatoso intento de montaje (y ojo que con eso me refiero a mí). Antes de darme cuenta el ukulele se había retirado junto al Dilan, quien ya comenzaba a escucharse en la pieza de al lado.

Me pongo de pie y parto al baño, el gato no se encuentra, termino y subo a la pieza, el gato sigue ausente, vuelvo a bajar unos quince minutos antes de que el desayuno comience, el gato se está tomando su tiempo.

Al parecer soy el primero en la fila, el Dilan está acomodado en la entrada, bloqueando la pasada, viendo a la Rocío quien actualizaba el menú de hoy.

—¿No es muy temprano? —me pregunta el Dilan —, aún así no importa.

En eso llega el Juan justo cuando se informaba en el papel que quedaba arroz con leche de ayer.

—Seguramente lo estaban revolviendo con una pala —dijo, haciendo gestos como si estuviera haciendo mezcla de cemento en una carretilla.

Río a carcajadas, el Juan siempre lanza frases en broma de las que siempre disfruto, porque menciona algunas cosas que pienso, pero en buena gana.

Llega un tercer niño, el Juan sube las escaleras y yo entro a sentarme mientras faltan menos de diez minutos para el desayuno, luego entran también y se acomodan.

—De seguro les trajeron el postre en un camión y estaban allí sacando todo con las

palas —continua el Juan, río nuevamente. Me recuerda al Christopher que también se tira sus tallas bastante graciosas, el Dilan sube un poco la escalera y grita algo de lo que únicamente capto "desayuno".

—¿Que dijo? —pregunto.

—Algo del desayuno —dice el otro chico.

—Parece altavoz de terminal de buses — menciona el Juan.

Al parecer no soy el único que lo capto a medias, eso evito que me limpiara las orejas. Cerca de tres minutos para las siete de la mañana, el Dilan da por iniciado el desayuno, levanta la vitrina y comienza a servir el agua caliente, de la olla que me pidió ayudarle a mover cerca cuando esperábamos afuera. Me sirvo un poco de café, unto en mi pan la mermelada de frambuesa que se encontraba en la fila de al lado, a todo esto, me senté de los primeros en una de las filas, casi lo olvido, también recibí un pocillo con un poco del postre de ayer. Veo que lo sacan con una de esas cucharas enormes y con mucho fondo de una de esas ollas que [PARTE ELIMINADA] en posición fetal.

Recordé lo que dijo el Juan y volví a reír un poco.

El desayuno estuvo tranquilo mientras más personas se unían a la mesa, hubo unas pequeñas bromas a las cuales puse un poco más de atención, aún cuando tenía mi celular a mano o en mi bolsillo. Termino y me retiro pronto, quiero escribir.

Subo y me siento a hacer lo mío, el gato parece ir de incógnito, avisaron en un momento que quedaban dos minutos sirviendo desayuno, entonces pienso —¡la Darling! —, me asomo a la puerta y ella parece estar dormida, pero no logro percatarme porque está de espaldas, contra la ya establecido, la llamo por su nombre suavemente, sin resultados. No quería levantar más la voz y por suerte un voluntario que venía por mitad de la cancha, grito a viva voz la información lo cual ayudó a tener su atención y le replico la frase por su posible aún desinformación.

Ella se gira y me mira.

—¿Vas a tomar desayuno? —pregunto suavemente.

—No Andrés, pero gracias por preguntar —responde suavemente también, mientras intenta acomodar la mirada cansada, luego de eso vuelve a su posición inicial, me retiro un poco más tranquilo.

Continúo escribiendo y luego de unos cuanto cruces con gente, unos cuantos "buenos días", es que llega de Dino y luego de unos momentos, me pregunta que tanto escribo. Nuevamente doy un pequeño resumen de la situación, me dice que igual es súper bueno lo que hago y luego realiza la pregunta que quizá le nació a algunos de los que también preguntaron.

[PARTE ELIMINADA]

Le di las razones del porque no y quedo tranquilo.

Luego de otros minuto nos juntaron para la actividad "si se la sabe, corra", [PARTE ELIMINADA], por no decir, nada. [PARTE ELIMINADA], parece concurso de cultura general. Una de las preguntas que hicieron fue sobre mencionar al presidente de Bolivia.

—Oh no, que difícil… —pensé.

Corrieron a buscar la pelota que era la manera de tener la oportunidad de responder. Cuando se acercaba al jefe de escuela para responder, escuche por allí una respuesta obviamente en broma y en voz alta —¡Piñera! —. No paraba de reírme, en serio me pillo por sorpresa.

[PARTE ELIMINADA].

Terminó la actividad e hicimos el calentamiento, nos vamos en cinco minutos.

Desde el día dos en adelante he usado la misma ropa para trabajar, ya está en un punto de que el sudor ya no se pasa con solo dejarla oreándose. Cochina y hedionda, hoy cambie, pero solo la pollera sin mangas y la camisa de mangas largas también por otra con diseño a cuadros y mismos colores, la diferencia es que esta no tiene gorro y de un material más pesado y grueso, el jeans no lo cambie porque es el único que traje para ensuciar a cagar y [PARTE ELIMINADA] lo está. Ensuciare esto, lo otro lo dejare tirado aquí afuera mientras.


Siempre que terminan los trabajos de Techo y vuelvo a casa, me vienen esos sentimientos de arrepentimiento, desear haber hecho o decir cosas cuando tenía la oportunidad, de simple estúpido, tímido y posiblemente indeciso niño que no se sincera del todo y vive siempre con miedo a las peores situaciones. Menudo cambio de tema, lo sé, supongo que de alguna manera se me escapa cierto sentimiento al saber que ya estamos por terminar… en fin, nueve cuarenta y tres de la mañana, subimos al campamento, [PARTE ELIMINADA].

Algo que noté cuando comenzábamos a trabajar, fue un pequeño detalle el cual me tenía intrigado.

—Somos menos…

Más importante aún, no veo a la Darling por ningún lado, algo a sucedido, no tengo idea. Terminamos la cerca en forma de "L", hace poco nos llamaron a almorzar, fuimos donde una señora llamada María (otra María). Quedaba más arriba en el campamento, cuando llegamos nos recibió junto a sus dos hijos, un joven de unos diez y seis años y su hermana de cuatro, al entrar notamos el vacio de la habitación de entrada donde solo existía una pequeña mesa en una esquina un sillón en la otra, ocupado por su hijo y su notebook. Nos informa que no tiene más asientos, no importa nos acomodamos en el piso. Comimos fideos con salsa y ají que había revuelto allí y debo admitir que estaba delicioso, no había probado el ají junto a los fideos con salsa, quizá deba probarlo con otras cosas, pero de a poco.

La pequeñita muy tímida estaba jugando con esos tarritos de pintura que te piden como materiales de colegio, apiñándolos ya que no tenia donde pintar ni con qué. Le di mi gorro, la Anaïs (jefa de cuadrilla) comenzó a ayudarla a pintar (con sus dedos), ahora quedo mas colorido y de a poco va cobrando un poco mas de confianza. Después de comer se suponía conversáramos con la señora María, pero a mí me ganaba el sueño, tanto así que caí dormido por unos minutos, en esa misma posición sentado, el Pablo también había caído, incluso el Ignacio, solo quedaba nuestra jefa y el Dino despiertos hasta que llega la hora de irnos, nos despedimos y retiramos de vuelta al campamento.

Phase 2

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